EL BRAVUCON PENDECIERO

EL BRAVUCON PENDECIERO

HORACIO  LABORY(Mi abuelo)

El otro día fui a una cita o reunión y me recordó, que cierto día hace de esto unos setenta años en que fuimos a por detrás de la Plaza de Toros ha ver el desafío que tenían, Oscar y Argeo el de los Billares de D. Pancho en la calle de Calvo Sotelo cerca de la Rambla, y nos reunimos unos veinte o treinta amigos, e hicimos un corro y esperamos a que se presentaran los dos, pero empezaron a tardar, y pensamos estos no vienen, hasta que aparecieron los dos juntos. Había sido por que Argeo no había podido salir antes del trabajo y le pidió a Oscar que lo esperara y los dos se fueron juntos en donde estamos todos esperándolos.

Cuento todo esto por que me vino al pensamiento mientras esperaba, de que hoy en día no hay palabra ni se presentan a dar  la cara, se dice lo que sea, se insulta se calumnia, y no se le cae la cara de vergüenza como se decía antes, y no

salían ni de la casa, a no ser de noche y después de pasado mucho tiempo.

Hoy en día, según se dice, según se ve, según se sufre en propia carne,  por todos los que tiene poder, ninguno se moja, los que por  devoción, por elección, o por profesionalidad, creo que solo hay unos pocos, que dan la cara, que se presentan a pecho descubierto diciendo aquí estoy yo, y esos por desgracia son los que perdemos por que dimiten llegado el momento, por que tienen vergüenza.

Y a esos bravucones pendencieros que ni se presentan y que no dan la cara, pues no les pasa nada, y siguen tan frescos por esta vida, que cosa mas curiosa, no saben, no contestan, no se atreven, y no se dan por aludidos y siguen dándoselas de eruditos de morales de defensores de la ley, y del orden y los votamos una y otra vez, y van a las oposiciones para cualquier empleo o puesto publico, con la idea y el concepto de que si no tienes una buena manga no obtienes el puesto, y la familia y los amigos-vecinos los apoyan los consuelan diciéndonos que le vamos hacer  otra vez será, dile a tus padres que hable con este o con aquel, y le aconsejan y les recuerdan, las inmoralidades que hizo aquel y aquella con este y con el otro, con toda naturalidad, como si no tuviera importancia y con él; ¿que le vas hacer? ¡así es la vida!, y para no perder a un hijo o a una hija yo hago lo que sea necesario, yo disculpo todo, es más ya le buscaremos alguna razón o justificación del por que, y calladito por que a lo mejor a ti te toca el día de mañana, y no se puede escupir hacia arriba, y con ese miedo razonable, une se calla, consiente, va y viene por la vida, y al final dice, tanto luchar y para qué. Para tener un mundo mejor una vida mejor, y mientras tanto, todas estas personas se aprovechan de los ingenuos, de los pobres de espíritu, de los cómodos, y estos listos, sin conciencia, son los que viven bien, son los aprovechados, los intrigantes, los que no tienen prejuicios, morales ni espirituales aunque predique y los vea uno con esa prepotencia y aureola de prohombres, son todos unos farsantes. Y cuando tienen que dar la cara no se presentan.

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Un comentario en «EL BRAVUCON PENDECIERO»

  • el 19 enero, 2013 a las 17:03
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    Muchas gracias David. Una gran reflexión y, sobre todo, un gran abuelo.

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