Leyendo poesía en clase de mates

 

Ayer se celebró en mi cole el día internacional de la poesía con el “Desayuno con Poesía” en el que, contando con la complicidad de los padres, cada alumno recibió un verso o un poema en el desayuno que le han preparado para el Colegio. En el caso de los alumnos de secundaria y bachillerato era justo al revés: les dejaron un poema escondido a sus padres en algún rincón de su casa que sabían que encontrarían.

De hecho, todos los profesores nos sumamos a este proyecto y sorprendimos a nuestros alumnos con una poesía antes de empezar cada una de las clases. En mi caso, les invitaba a leer el poema If, de Rudyard Kipling pues, tal y como les decía antes de entregárselo, alcanzar la felicidad y la sabiduría no va vinculado a la adquisición de bienes materiales.

 

 

 

 

En palabras de María Eugenia, mi compañera y jefa del departamento de Lengua:

En el Colegio hemos visto las caritas de sorpresa de los alumnos más pequeños al ver sus notitas en sus desayunos, el brillo de sus pegatinas, igual de intensas que su nerviosismo, las texturas de los sentimientos de sus padres.

Hemos visto la emoción del corazón intacto de un niño que aún no entiende cómo su madre pudo despistarle para no darse cuenta de que le escondía un mensaje; la de muchos compañeros al oír otros poemas, encontrándose en el otro. Hemos visto las lágrimas de los profesores, que apenas habían dormido la noche anterior por procurar que ningún niño se quedara sin mensaje, que descubrieron secretos en los corazones de cada uno.

Hemos visto a jóvenes relatar cómo sorprendieron a sus padres por las mañanas, contar lo lejos que a algunos les quedaba decir “te quiero” o agradecer un despertar. Hemos visto cómo arropaban a sus profesores con sus gestos y detalles, cómo los versos resonaban como ecos en su interior.

Hemos visto a toda una comunidad viva, latiendo en favor de un único esfuerzo y una misma ilusión.

Finalmente, hemos visto a muchos niños a la salida del Colegio, con sus mensajes y notitas en las manos, como escudos férreos, convertidos ellos ya en superhérores y superheroínas porque ustedes, madres y padres, les han dado hoy el mayor y mejor poder: la palabra. Nos consta que sintieron sus abrazos…”

Y mi mujer y yo le escribimos el poema a nuestra hija:

 

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