Un relato sobre la oscuridad del espacio

  De Fogonazos (te recomiendo que la visites, muy buena):

30 octubre 2012

El astronauta Dave Wolf durante su paseo espacial en el Endeavour en 2009 (NASA)

Cuando pensamos en la oscuridad en la Tierra imaginamos la noche más oscura, sin luna, pero aún así no nos hacemos una idea de lo que es una verdadera oscuridad. Para indagar en este asunto, los chicos de Radiolab (de la cadena de radio pública estadounidense NPR) llamaron al astronauta estadounidense Dave Wolf y le preguntaron por sus experiencias en el espacio. Wolf, que permaneció en activo durante muchos años y realizó decenas de paseos espaciales, les explica una curiosa historia.

«La oscuridad es un tema interesante en el espacio porque no hay otro lugar donde el contraste entre luz y oscuridad sea más extremo», asegura Wolf. De vez en cuando, el trasbordador, o la estación espacial, proyectan una sombra sobre el propio astronauta al tapar el sol, y la oscuridad es tan grande que apenas pueden ver su propio cuerpo. «Es más negro que cualquier negro», indica Wolf, «porque en el espacio la sombra no tiene luz en ella, no hay luz reflejada en el polvo del aire ni de las nubes alrededor. Y puedes entrar en una sombra tan profunda, tan negra, que tu brazo puede aparecer y desaparecer en delante de tus ojos».

Wolf realizó su primer paseo espacial en el exterior de la estación MIR junto al cosmonauta ruso Anatoly Solovyev. En aquella ocasión, relata, salieron al exterior de la estación, amarrados a la nave con los cables umbilicales. «Estaba oscuro fuera», recuerda. «Y oscuro en el espacio significa que estás en el lado oscuro del planeta, en la sombra de la Tierra, y sin luz externa de la nave está realmente oscuro. Estábamos sobre el océano y esto significa básicamente que no ves la Tierra. Cuando hay una noche sin luna, no ves la Tierra».

«Flotaba amablemente», explica Wolf en Radiolab, «diciéndome no hay problema, éste soy yo, la nave y la oscuridad. Y, de repente… esa luz cegadora». Lo que estaba viendo era el amanecer, pero a la velocidad  a la que viaja la estación MIR el sol sale y lo ilumina todo en unos segundos. De hecho, los astronautas viven una salida de sol cada 90 minutos y 16 noches y 16 días en el plazo de 24 horas. Pero lo más impresionante es la sensación de vértigo que le invadió en el momento en que pudo ver dónde se encontraba:

«De repente podía ver más de 300 kilómetros hacia abajo y ver que me estaba moviendo a 8 kilómetros por segundo», recuerda Wolf. Bajo él pasaban los desiertos, los lagos y las montañas a una velocidad endiablada.  «Decidí centrarme en mis guantes porque de repente tuve esa sensación de altura y velocidad«. De alguna manera, explica el presentador de NPR, es como si creyeras que estás tranquilamente en la tierra y alguien encendiera la luz y comprobaras que estás en lo más alto de una escalera de 400 kilómetros.

Además de este momento, Wolf recuerda el problema que tuvieron después de terminar su tarea: no podían regresar al interior de la estación y tuvieron que soltarse de los cables y realizar una maniobra casi suicida para volver a entrar. También relata cómo su amigo ruso le hizo un regalo la última noche y ambos se colocaron flotando en el exterior de la nave, sujetos por los cables y mirando hacia el espacio, para ver del universo pasar delante de sus ojos.

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