El reto de Roberto

Antonio, padre de Roberto, un niño de 8 años, sale manejando su coche desde su casa en la Orotava y se dirige rumbo a la playa de las Américas donde tienen un apartamento. Roberto va con él. En el camino, a la altura del aeropuerto del sur, se produce un terrible accidente. Un camión, que venía de frente, sale de su carril en la autopista y embiste de frente el auto de Antonio.

El impacto mata instantáneamente a Antonio, pero Roberto sigue con vida. Una ambulancia llega casi de inmediato, advertida por quienes fueron ocasionales testigos, y el niño es trasladado al hospital del sur. Ni bien llega, los médicos de guardia comienzan a tratarlo con mucha dedicación, aunque luego de conversar entre ellos y estabilizarle las condiciones vitales deciden que no pueden resolver el problema de Roberto. Necesitan consultar. Además, advierten el riesgo de trasladar al niño y, por eso, deciden dejarlo internado allí, en la playa de las Américas. Después de las consultas pertinentes, se comunican con el Hospital de Nuestra Señora  de la Candelaria, en Santa Cruz de Tenerife, y finalmente se asesoran con una eminencia en el tema, a quien ponen en conocimiento de lo ocurrido. Como todos concuerdan en que lo mejor es dejar a Roberto en el hospital del sur, la eminencia decide viajar directamente desde Santa Cruz hacia allá. Y lo hace.

Los médicos del lugar le presentan el caso y esperan ansiosos su opinión. Finalmente, uno de ellos es el primero en hablar:

– ¿Está usted en condiciones de tratar al chico? –pregunta con un hilo de voz.

Y obtiene la siguiente respuesta:

– ¡Cómo no lo voy a tratar si es mi hijo!

¿Cómo es posible?

 

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